Colombia, expuesta al cambio climático
Gaël Giraud
Director de investigación en el CNRS
Las noticias sobre el frente del cambio climático no son buenas: el planeta está todavía caminando sobre un sendero que conduce al escenario que les expertos del IPCC bautizaron ‘RCP 8.5’. El resultado podría ser, entre otras cosas, un aumento de la temperatura media de +6°C al fin del siglo y una elevación del nivel del mar de dos metros. Climatólogos estiman que el 74 por ciento de la población mundial sería afectada por una ola de calor incompatible con la supervivencia de la humanidad.
Colombia está muy expuesta al cambio climático. Por ejemplo, es claro que una parte significativa de la inflación que el país conoció en el 2015 y el 2016 tenía como origen el fenómeno de ‘El Niño’. Del mismo modo, las inundaciones del 2011 fueron responsables de una disminución de varios puntos de crecimiento del PIB. Como consecuencia, intentar hoy una estrategia nacional de crecimiento verde a mediano o largo plazo sin tener en consideración el impacto del cambio climático y de la escasez de recursos naturales tendría poco sentido. Al mismo tiempo, Colombia ha presentado al encuentro de la COP21, en París (2015), como casi todos los miembros de las Naciones Unidas, un NDC (Nationally Determined Contribution); es decir, un camino de reducción de sus emisiones de CO2 y de adaptación al cambio climático. A nivel macroeconómico, este camino debe de ser coherente con la estrategia nacional de crecimiento verde.
Sin embargo, hace falta un instrumento macroeconómico cuantitativo que permita medir las consecuencias de varias opciones de inversión a largo plazo. ¿Cuál podría ser la evolución de la deforestación si el país quiere seguir un camino sostenible? ¿Qué tipo de uso de los suelos sería lo más sencillo y sostenible?
En este contexto, el Departamento Nacional de Planeación, junto con el Ministerio Hacienda y el Banco de la República, están diseñando una colaboración con la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) para construir juntos el instrumento necesario para tomar decisiones económicas responsables a largo plazo. La idea será construir colectivamente un modelo macroeconómico que incluya el impacto de ‘El Niño’ y ‘La Niña’, como también del aumento de la temperatura a nivel mundial. Algunos recursos naturales claves podrían incluirse también en la modelación. Por ejemplo, según mis investigaciones, el cobre, que tuvo un papel enorme en el arte colombiano prehispánico, podría alcanzar su pico de extracción a nivel global antes del 2060. Esta situación es muy grave porque las infraestructuras asociadas con las energías renovables necesitan más cobre que las infraestructuras convencionales de los hidrocarburos fósiles. Un camino macroeconómico sostenible debe tener en cuenta las interacciones entre el tipo de energía producida en el país, el consumo de la población y la reducción progresiva de densidad de las reservas de minerales.
El tipo de modelo que vamos a elaborar con los investigadores de l’AFD fue aplicado por la comisión internacional de alto nivel dirigida por Lord Nicholas Stern y Joseph Stiglitz, y dedicada a cuantificar el precio del carbono. En mayo de este año, dicha comisión, en la cual tuve el honor de participar, concluyó que necesitamos, a nivel mundial, un rango de precios de carbono con un techo de 80 dólares por tonelada y un mínimo de 40 dólares en el 2020. En el 2030, el rango debería extenderse desde 50 hasta 100 dólares por tonelada. Como consecuencia, el riesgo financiero vinculado al cambio climático no es solo físico, sino también está asociado a la posibilidad de que la comunidad internacional presione a un crecimiento del impuesto climático colombiano o, incluso, prohíba el uso del carbón en los próximos años. Permitir la inclusión de estos riesgos en el diseño de escenarios prospectivos sostenibles para Colombia será uno de los objetivos del modelo que vamos a concebir. Una comparación y un intercambio de experiencias con México y Brasil podrían constituir una culminación de esta investigación colombiana, puesto que estos países también están comprometidos en un proceso de elaboración de un modelo de medición macroeconómica similar.
Esta propuesta de modelación económica se enmarca en una nutrida cooperación bilateral entre Francia y Colombia sobre clima y crecimiento verde, mediante subvención de casi 8 Meur de la Agencia francesa de Desarrollo (AFD), incluyendo fondos delegados de la Unión Europea (Laif), sobre finanzas y economía del clima, adaptación, ordenamiento territorial sostenible, apoyo a la Misión de Crecimiento Verde del país. Esta cooperación técnica acompaña créditos de políticas públicas a la nación de unos 500 Musd en el 2015 y el 2016. Cabe subrayar que el diálogo bilateral sobre estos temas culmina dentro de las Temporadas Cruzadas 2017 entre ambos países, en marzo pasado en Colombia, y en octubre próximo en Francia.
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